Conocida por sus looks glamurosos y su maquillaje audaz, Christina Aguilera sorprendió a todos al revelar que su hija de 10 años, Summer Rain, la prefiere… al natural. A principios de diciembre de 2025, como invitada en The Jennifer Hudson Show , la cantante compartió que su hija menor adora su rostro sin adornos y sus pecas, un conmovedor testimonio de la autenticidad y sencillez de la relación madre-hija.
"A ella le gustan mis pecas."
Christina Aguilera explicó con ternura que a Summer le encanta el look de "mamá sin maquillaje". "En cuanto llego a casa después de una sesión de fotos, me dice: '¿Puedes quitártelo todo? Es hora de estar cómoda'", relata Christina. A la pequeña le encanta especialmente el rostro natural de su madre: "Le gustan mis pecas, y a menudo se las cubro, pero le encantan", confiesa la cantante. Esta preferencia está impulsando a Christina Aguilera a replantearse su relación con su imagen, ella, quien ha encarnado looks muy glamurosos durante más de dos décadas.
¡¡¡Las pecas de Tina son tan bonitas!!! pic.twitter.com/xmKeOizX41
— Luv (@cherrymagazinee) 11 de diciembre de 2025
Un niño creativo y ya artista.
Más allá de su aprecio compartido por la belleza, Summer parece haber heredado el talento artístico de su madre. La cantante describe a su hija como "una artista de corazón", apasionada por la pintura, el dibujo y la creación de máscaras. Recientemente, incluso se ha interesado por la actuación y ha tomado clases de teatro. Sin embargo, Christina Aguilera se cuida de no imponerle nada: "Quiero que siga sus pasiones y sea libre de tomar sus propias decisiones".
Un hijo que era “más difícil de impresionar”
Aunque Summer es la fan número uno de mamá, Christina Aguilera admite que ganarse la fama de madre genial es más difícil con su hijo Max, de 18 años. "Los niños te devuelven a la realidad. Te lo cuentan todo, incluso cosas que no quieres oír", dice con humor.
Tras los focos, Christina Aguilera demuestra que, ante todo, es una madre amorosa, atenta a los valores que inculca. La admiración de su hija por su rostro natural nos recuerda una simple verdad: la auténtica belleza reside en la sinceridad, no en la perfección. Y a veces, la mirada de una niña basta para redescubrir lo que olvidamos amar de nosotras mismas.
