Tomar una ducha caliente puede parecer reconfortante, pero también es un hábito que puede tener efectos perjudiciales para la salud de la piel. Estudios científicos recientes demuestran que la exposición prolongada al agua, especialmente al agua caliente, daña la función barrera de la piel, lo que puede provocar sequedad, irritación y otros problemas cutáneos.
Los efectos del agua caliente en la piel.
Al ducharse con agua muy caliente, el calor elimina la película hidrolipídica natural de la piel, es decir, el sebo que protege e hidrata la epidermis. Como resultado, la piel se vuelve más seca, menos elástica y más vulnerable a las agresiones externas. El calor también dilata los vasos sanguíneos, lo que puede provocar enrojecimiento e inflamación, que a veces persisten tras duchas repetidas a alta temperatura.
Además, el agua caliente altera el pH de la piel, reduciéndola su acidez y debilitando su capacidad natural para combatir bacterias y otros patógenos. Esta irritación puede provocar enrojecimiento, picazón y agravar ciertas afecciones como la psoriasis o el eccema.
Estudios científicos sobre el impacto de la temperatura del agua
Un estudio realizado con 50 voluntarios demostró que la exposición al agua caliente aumenta significativamente la pérdida transepidérmica de agua (TEWL), un indicador clave de la salud de la barrera cutánea, así como el pH y la irritación de la piel. En comparación, el agua fría también causa cambios, pero en menor medida. Estos resultados resaltan la importancia de usar agua tibia o fría para limitar los daños, especialmente durante el lavado frecuente, como el recomendado desde la pandemia para la higiene de manos.
Consejos para cuidar tu piel en la ducha
Para proteger tu piel, limita la temperatura del agua a unos 37-39 °C y evita las duchas demasiado largas. Usa productos suaves y sin perfume, y recuerda hidratar tu piel inmediatamente después de la ducha para restaurar su barrera lipídica.
Estos sencillos pasos pueden prevenir la sequedad, la fragilidad de la piel y la inflamación, al tiempo que mantienen una piel suave y saludable, incluso con una mejor higiene.
En resumen, opta por agua tibia en lugar de agua caliente en la ducha para proteger mejor tu piel y evitar las molestias asociadas a la sequedad y la irritación.
