Cinco años después de la pandemia de COVID-19, el teletrabajo se ha generalizado en muchas empresas. Elogiado por su flexibilidad, resulta atractivo tanto para empleados como para empleadores. Sin embargo, un nuevo informe de McKinsey y Lean In destaca una desventaja inesperada: el teletrabajo parece perjudicar más las carreras profesionales de las mujeres que las de los hombres.
Menos reconocimiento y disminución de promociones
Para 2025, el 22% de los empleados estadounidenses trabajarán principalmente de forma remota, pero esta flexibilidad parece estar exacerbando algunas desigualdades preexistentes. Las mujeres que trabajan a distancia son menos visibles para sus superiores y más vulnerables a los sesgos inconscientes que vinculan la presencia física con el compromiso profesional.
Las cifras hablan por sí solas: durante los últimos dos años, las mujeres que teletrabajan han sido ascendidas con menos frecuencia que las que trabajan en la oficina, una tendencia que no afecta por igual a los hombres. El informe también destaca un declive en las políticas de igualdad: casi el 20 % de las empresas afirman que ya no dan especial importancia al progreso de las mujeres, y casi el 30 % lo hacen para las mujeres racializadas.
Algunas organizaciones incluso han reducido sus programas de mentoría y promoción interna dedicados a las carreras profesionales de las mujeres. Como resume el informe: «El estigma de la flexibilidad frena el progreso de las mujeres: cuando adoptan modalidades de trabajo remoto, sus colegas suelen asumir que están menos comprometidas».
La persistencia de la carga mental
A esto se suma el problema de la carga de trabajo doméstico, que es mayor para las mujeres. Según el INED , el 37 % de las mujeres que trabajan remotamente dedican al menos dos horas diarias a las tareas del hogar, en comparación con el 21 % de los hombres. Las interrupciones familiares y la falta de un espacio de trabajo dedicado reducen su productividad percibida y su disponibilidad para oportunidades internas.
El teletrabajo, cuyo objetivo es promover una mejor conciliación de la vida laboral y personal, pone de manifiesto una realidad compleja: sin políticas inclusivas ni un reparto equitativo de las responsabilidades domésticas, corre el riesgo de exacerbar las mismas desigualdades que prometía corregir. Para que las mujeres sigan progresando, la flexibilidad debe ir acompañada de un reconocimiento genuino y una cultura de gestión justa.
