¿Eres de esas mujeres que se sientan como una rana? No estás sola.

Si estás acostumbrada a sentarte en la postura de la rana, debes saber que compartes este reflejo con muchas mujeres de todo el mundo. Esta postura espontánea y natural revela mucho más sobre tu cuerpo y bienestar de lo que imaginas. Lejos de ser un simple gesto infantil, esconde beneficios físicos y emocionales inesperados.

Sentarse en posición de “rana”: un reflejo común… y saludable

Muchas mujeres adoptan inconscientemente la postura en cuclillas, o "de rana", para leer un libro, charlar con sus seres queridos o simplemente relajarse en el suelo. Aunque algunas personas la perciben como retrógrada o infantil, esta postura es universal y está profundamente arraigada en nuestro cuerpo.

En la práctica, sentarse en la postura de la rana implica flexionar las rodillas, apoyar los pies planos en el suelo y acercar los glúteos al suelo, creando así un ángulo natural entre el torso y las piernas. Esta postura recuerda al agachamiento instintivo de una rana, lista para atacar en cualquier momento. Lejos de ser un simple reflejo de comodidad, demuestra un alto grado de movilidad articular y flexibilidad corporal que a menudo se olvida en la edad adulta.

Explicaciones biomecánicas y culturales

Más allá de la comodidad, esta postura también tiene raíces históricas y culturales. En muchas partes de Asia y África, la postura en cuclillas prolongada sigue siendo una práctica común para comer, hablar o realizar tareas cotidianas. No es solo una cuestión de hábito: la postura en cuclillas promueve una conexión natural con el suelo y una alineación corporal armoniosa.

Desde una perspectiva biomecánica, sentarse en la postura de la rana abre las caderas, estira los tobillos y moviliza suave pero eficazmente los músculos de la parte inferior del cuerpo. Esta postura estimula las articulaciones, fortalece los tendones y mejora la circulación sanguínea en las piernas. Algunas prácticas de yoga, como Mandukasana (postura de la rana), incluso destacan sus beneficios para la conexión a tierra y la vitalidad general. Por lo tanto, este movimiento instintivo es fundamental: ayuda a mantener la salud articular y muscular, a menudo descuidada por las largas horas que pasamos sentados en sillas modernas.

Un activo para el bienestar físico y emocional

Los beneficios de la postura de la rana no se limitan al cuerpo. Esta postura también puede aliviar el dolor de espalda y mejorar la digestión al ofrecer un ángulo más natural para el torso y los órganos internos. Para muchas mujeres, proporciona una sensación de comodidad y seguridad, casi un retorno a un estado corporal primitivo.

Algunas terapias alternativas recomiendan esta postura para abrir la pelvis, liberar tensión y reconectar con la energía vital. Fomenta la consciencia corporal, permitiéndote sentir cada músculo, cada articulación y cada respiración. Con este sencillo gesto, expresas tu atención a las necesidades de tu cuerpo y tu capacidad para honrar tu ser físico.

¿Por qué este reflejo llama la atención?

En las sociedades occidentales, la postura en cuclillas prácticamente ha desaparecido en la edad adulta. Los adultos pasan la mayor parte del tiempo sentados en sillas o sofás, pero muchas mujeres conservan este reflejo instintivo, signo de su movilidad y facilidad física. Desafortunadamente, esta postura a veces está estigmatizada. Se asocia con la infancia o con modales "incorrectos" según ciertas normas sociales. Esta visión es completamente errónea. Sentarse en posición de rana no es una regresión: es un testimonio de la capacidad de escuchar al cuerpo, adaptar la postura a las necesidades y respetar el bienestar físico.

La postura de la "rana" y la confianza en uno mismo

Más allá de los beneficios físicos, sentarse en la postura de la rana puede aumentar la confianza en tu cuerpo. Aceptar una postura natural, a menudo considerada "anormal", significa aceptar tu cuerpo tal como es. Esto fomenta una conexión positiva con tus músculos, articulaciones y flexibilidad. Reconectas contigo mismo a tu propio ritmo, libre de las limitaciones de las normas estéticas o sociales.

Esta postura también promueve la conexión emocional. Sentarse en cuclillas con los pies planos te conecta literalmente con la tierra y tu centro de gravedad. Esto puede crear una sensación de estabilidad interior y serenidad, como si cada respiración encontrara su equilibrio de forma natural. Experimentas entonces una intimidad suave y reconfortante con tu cuerpo, una forma de meditación activa donde el movimiento y la quietud coexisten en armonía.

Cómo integrar esta postura en tu vida diaria

No necesitas pasar horas en cuclillas para disfrutar de los beneficios de la postura de la rana. Puedes practicarla unos minutos al día, ya sea para leer, jugar con tus hijos o simplemente relajarte. Lo importante es escuchar a tu cuerpo y respetar tus límites.

También puedes combinar esta postura con ejercicios suaves de estiramiento de cadera y tobillo para mejorar tu comodidad y movilidad. Con el tiempo, descubrirás que esta postura instintiva se convierte en un recurso valioso para tu cuerpo y tu bienestar.

En resumen, sentarse en la postura de la rana no es un capricho ni un recuerdo de la infancia: es un gesto instintivo, natural y beneficioso. En un mundo donde pasamos demasiado tiempo sentados en sillas rígidas, redescubrir esta postura ancestral es un verdadero regalo para el cuerpo. Así que, si te encuentras agachándote espontáneamente, siéntete orgullosa: eres una de las muchas mujeres que honran su cuerpo.

Fabienne Ba.
Fabienne Ba.
Soy Fabienne, escritora para el sitio web The Body Optimist. Me apasiona el poder de las mujeres en el mundo y su capacidad para transformarlo. Creo que las mujeres tienen una voz única e importante que ofrecer, y me siento motivada a aportar mi granito de arena para promover la igualdad. Me esfuerzo por apoyar iniciativas que animan a las mujeres a alzar la voz y hacerse oír.
1 COMMENTAIRE
  1. Cette posture (telle qu’on la voit sur la photo) est impossible pour 90 % des occidentaux (sinon 99 % !). Déjà, pratiquez-la en ouvrant les genoux et pas genoux serrés, c’est un peu plus facile. Et là, gros souci, la plupart des personnes vont forcer sur leurs genoux pour arriver à poser leurs pieds à plat. Il faut arriver à garder la ligne des genoux au-dessus du deuxième orteil. Mais avec de la pratique, comme toujours, on peut y arriver.
    Attention, il y a aussi des réalités physiologiques : certaines personnes n’ont pas une ouverture de hanches suffisante. Alors pourquoi la plupart des non-occidentaux y arrivent ? Parce-qu’ils/elles pratiquent cette posture régulièrement dès l’enfance et que les os du bassin ne se soudent qu’après 12 ans. Nandini Garcès

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