Mélanie De Jesus Dos Santos, gimnasta de Martinica con 7 medallas europeas, incluyendo 4 de oro y 4 de bronce en el Campeonato Mundial de 2023, rompió recientemente su silencio en RTL . Eliminada en las rondas clasificatorias para los Juegos Olímpicos de París 2024 a pesar de sus ambiciones, describió una precariedad brutal después de los Juegos: patrocinadores como Dior, LVMH, Adidas y Venus desaparecieron, dejándola sin ingresos estables.
Una trayectoria brillante frente a la realidad económica
A pesar de una trayectoria excepcional —llegó a Francia continental a los 12 años desde Martinica, se integró rápidamente en la selección francesa juvenil y luego logró grandes logros en la categoría absoluta a pesar de una grave lesión de ligamentos en 2015—, Mélanie De Jesus Dos Santos encarna las esperanzas de la gimnasia francesa. Sin embargo, tras la decepción de los Juegos Olímpicos de casa, que le provocó un síndrome de burnout tratado con psicólogo, psiquiatra e hipnosis, la realidad golpea con fuerza: «Hoy no tengo nada [...] Pasas de todo a nada, te sientes abandonada», declaró a RTL.
Vive con sus padres por falta de fondos para un apartamento y trabaja como empleada en Crégym Martinique para mantenerse, subrayando que "la gimnasia no es un deporte profesional, hay que ganar para ganar dinero" .
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Regresar a la gimnasia por necesidad más que por pasión
Inicialmente decidida a no volver a tocar un aparato después de París — "No había pisado un gimnasio desde entonces", declaró en junio en el programa de televisión francés C à Vous—, la campeona se ve obligada a regresar: "Aunque no quiera volver a la gimnasia, ¿qué voy a hacer? Nunca he trabajado, no conozco el mundo normal". A sus 25 años, sin título ni experiencia profesional, Mélanie De Jesus Dos Santos se esfuerza por hacer lo que sabe, lamentando la falta de apoyo federal postolímpico que podría haber facilitado la transición.
Reacciones en línea: apoyo masivo versus críticas duras
El video de RTL ha tenido un éxito explosivo, generando una ola de solidaridad ante este llamado de auxilio por la precaria situación de las atletas no profesionales, a menudo olvidadas tras la atención olímpica. Quienes lo critican también han reaccionado con indignación: "Qué delirante", "No vamos a sentir lástima por ella, es joven, debería volver a estudiar", "¿No te dijeron tus padres que no apostaras todo en un deporte que no paga?". Esta reacción negativa revela las tensiones sociales que rodean el deporte femenino y las decisiones vitales de las atletas, que a menudo se pasan por alto a pesar de los sacrificios familiares y personales que realizan.
Un llamado a repensar el apoyo postolímpico
Este testimonio pone de relieve un problema estructural: el fin de los patrocinios tras los Juegos, la falta de una red de seguridad y la presión mental acumulada. Mélanie De Jesus Dos Santos exige implícitamente un mayor apoyo federal y social a los atletas al final de su ciclo, transformando su lucha en un debate nacional sobre el valor del deporte amateur de élite.
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A través de la historia de Mélanie De Jesus Dos Santos, se pone al descubierto la vulnerabilidad del deporte de élite: tras la excelencia, la disciplina y las medallas se esconden trayectorias frágiles, dependientes de los resultados y la visibilidad mediática. Su testimonio, lejos de ser un caso aislado, nos recuerda que muchos atletas operan en un modelo económico incierto, donde el reconocimiento deportivo no garantiza ni estabilidad financiera ni una transición fluida hacia una nueva carrera. La oleada de emociones —que abarca desde la empatía hasta la incomprensión— desatada en redes sociales subraya la urgente necesidad de repensar la situación de los atletas franceses.
