Tras los inspiradores retratos de mujeres emprendedoras que a menudo se destacan, la realidad cotidiana es más compleja, incluso más difícil de lo que se podría pensar. Si bien las cifras muestran un aumento del emprendimiento femenino, persisten numerosos obstáculos sistémicos. La financiación, la conciliación de la vida laboral y personal, la carga mental y el aislamiento son factores que complican su trayectoria, mucho más allá de las narrativas de éxito.
El acceso a la financiación: un importante obstáculo persistente
Según el barómetro 2025 de TPE Actu , el 48 % de las emprendedoras identifica el acceso a la financiación como un obstáculo importante, en comparación con el 29 % de los hombres. Esta brecha se explica, en particular, por la persistencia de prejuicios, la escasa representación en las redes de inversores y modelos de negocio considerados erróneamente como menos rentables. Ante la falta de recursos externos, muchas mujeres recurren a la autofinanciación o crean empresas de menor escala, lo que limita su desarrollo a largo plazo.
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La doble carga de la carga mental
Lejos de la imagen de autonomía absoluta, emprender para una mujer también implica compaginar responsabilidades profesionales con tareas domésticas. Casi el 50 % de las emprendedoras reportan sufrir agotamiento, a menudo relacionado con una carga de trabajo excesiva y una distribución desigual de las responsabilidades familiares. Entre las ejecutivas —un perfil similar al de las emprendedoras—, el 85 % reporta un impacto negativo en su salud mental, en comparación con el 77 % de los hombres.
Equilibrio entre vida laboral y personal: un desafío constante
La flexibilidad, a menudo citada como una ventaja del emprendimiento, puede ser contraproducente para las mujeres. El teletrabajo difumina la separación entre la vida personal y profesional, lo que aumenta el riesgo de agotamiento. Una encuesta realizada en 2024 por el INED (Instituto Nacional de Estudios Demográficos de Francia) destaca que el 85 % de las mujeres siente que la fatiga laboral afecta su vida personal, en comparación con el 78 % de los hombres.
Aislamiento, redes limitadas y confianza en uno mismo
Otro obstáculo importante es la falta de redes profesionales para mujeres, que aún están mayoritariamente dominadas por dinámicas masculinas. Esto dificulta el acceso a mentoría, oportunidades y visibilidad. Al mismo tiempo, el síndrome del impostor afecta significativamente a las emprendedoras: el 25 % cita la falta de confianza como una barrera, a menudo relacionada con un entorno poco solidario o incluso sexista.
Están surgiendo diversas vías para mejorar las condiciones de las mujeres emprendedoras. A nivel individual, la delegación de responsabilidades, el establecimiento de horarios laborales estrictos y el apoyo de las redes de mujeres pueden reducir el agotamiento y mejorar la productividad. A nivel colectivo, políticas públicas más inclusivas, financiación específica e iniciativas de mentoría podrían impulsar la igualdad de oportunidades en el emprendimiento.
