Cada 25 de noviembre, regresa la tradición de las Catherinettes, como una vieja amiga un poco caprichosa a la que nos encanta reencontrarnos. Entre el folclore, la creatividad y la herencia histórica, esta costumbre plantea preguntas: ¿sigue teniendo algo que decir en 2025? ¿O es simplemente un guiño nostálgico a una época pasada?
Las raíces históricas
Originalmente, la festividad de Santa Catalina no era una competición de sombreros extravagantes. En la Edad Media, las jóvenes solteras honraban a Santa Catalina de Alejandría, patrona de las jóvenes casaderas y de quienes trabajaban con la aguja. Adornaban su estatua con tocados de tela, flores, materiales delicados y otros adornos simbólicos, esperando apoyo espiritual en sus vidas amorosas.
Con el tiempo, el carácter religioso se desvaneció, dando paso a una celebración más relajada. A partir del siglo XIX, los talleres de costura parisinos adoptaron la tradición, transformando el día en una ocasión alegre y lúdica. Las costureras solteras competían para crear sombreros extravagantes.
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El arte del sombrero
El sombrero amarillo y verde, que representan la fe y la sabiduría respectivamente, se ha convertido en la pieza central de la tradición. Y sigue provocando tanta admiración como sonrisas de sorpresa. Plumas, retazos de tela reciclada, flores, cintas, materiales inesperados… cada creación parece salida de un desfile de moda donde la excentricidad reina por excelencia.
Para algunas mujeres, llevar este tocado es una forma deliberada de brillar, afirmar su independencia o simplemente crear un momento de alegría. Para otras, este sombrero, que proclama "solteras y orgullosas", aún evoca cierta inquietud. Cabe mencionar que, en una época en la que estar en pareja ya no es un requisito y las aplicaciones de citas están redefiniendo el concepto de soltería, el simbolismo de este tocado puede parecer fuera de lugar.
Sin embargo, esta discrepancia es precisamente lo que divierte a muchas Catherinettes modernas. Optan por subvertir el mensaje, convirtiendo su sombrero en una declaración artística o política en lugar de un simple símbolo del matrimonio.
¿Tradición obsoleta o ritual reinventado?
En 2025, la tradición de las Catherinettes podría parecer anticuada, incluso contradictoria con el progreso feminista. ¿Por qué destacar el estatus emocional de las mujeres? Esta crítica se plantea con frecuencia. Sin embargo, esta celebración ha evolucionado: las Catherinettes no son simplemente una fiesta; encarnan principalmente la memoria de las costureras, aquellas mujeres que, con su trabajo y talento, sentaron las bases de importantes reivindicaciones sociales: mejores condiciones laborales, reconocimiento de su experiencia y la afirmación de su lugar en una sociedad que buscaba marginarlas.
Como ventaja adicional, la tendencia actual apunta a la reapropiación. Se confeccionan sombreros durante el té de la tarde, el brunch o una velada creativa. El acto se vuelve simbólico: celebra la trayectoria, la independencia, la energía o simplemente el gusto por la diversión. De este modo, la celebración se moderniza, se democratiza y, sobre todo, se desmitifica. Para 2025, participar en esta celebración ya no será solo una cuestión de estatus, sino una elección personal.
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Una tradición que sigue viva, porque sabe evolucionar
La festividad de Santa Catalina sigue siendo una tradición típicamente francesa, pero ahora forma parte de un panorama global donde abundan las celebraciones de la soltería. El Día de los Solteros en Japón se ha convertido en un fenómeno comercial colosal. En Estados Unidos, las fiestas anti-San Valentín ganan popularidad cada año. Francia, sin embargo, cultiva su originalidad a través del Día de Santa Catalina y sus sombreros artesanales. El Día de Santa Catalina no ha desaparecido, ni mucho menos. Se ha transformado, se ha modernizado. Ya no exige, sino que ofrece. Como un recordatorio de que la creatividad y la alegría no tienen edad.
Así que, si ves a alguien con un sombrero verde y amarillo el 25 de noviembre, recuerda que este sombrero ya no cuenta una historia de espera, sino de autoafirmación. ¿Y por qué no imaginar tu propia versión, aunque no seas una "Catalina"?
