La temporada festiva tiene una capacidad única: despierta tanto sentimientos tiernos como tensiones latentes. Reuniones familiares, amigos alrededor de la mesa, tradiciones que honrar… todo parece animar a las parejas a proyectar una imagen unida, cercana y radiante. Incluso si eso implica encubrir la realidad. Este es precisamente el mecanismo que describe el término "oropel", un concepto que arroja luz sobre una dinámica relacional tan extendida como poco cuestionada.
Tinselling: cuando la pareja se convierte en escaparate
El término fue popularizado por Tina Wilson , experta en relaciones y fundadora de la aplicación Wingman. ¿El principio? Crear la ilusión de que todo va bien en la relación, especialmente en público, mientras que existen vulnerabilidades muy reales tras bambalinas. Como un árbol de Navidad bellamente decorado que ya está un poco seco por dentro, el oropel consiste en embellecer el exterior para evitar confrontar la agitación interna.
En la práctica, podrías reconocerte si minimizas los desacuerdos frente a tus seres queridos, evitas cuidadosamente ciertos temas "sensibles" o actúas como un dúo perfecto para mantener una imagen tranquilizadora. Esto no es manipulación ni falta de amor; suele ser una estrategia de protección emocional, a veces inconsciente.
¿Por qué tantas parejas caen en este patrón?
La presión social pesa mucho. La temporada navideña está llena de expectativas tácitas: felicidad, unión y calidez humana. En este contexto idealizado, admitir que la relación está pasando por un mal momento puede parecer inapropiado, incluso vergonzoso. Por ello, muchos prefieren aplazar sus emociones hasta que se les pase.
Según varias encuestas, un porcentaje significativo de parejas admite exagerar su historia durante las reuniones familiares por miedo a decepcionar, preocuparse o recibir comentarios negativos. Sin embargo, este camuflaje emocional tiene un precio: al evitar constantemente el tema, se posponen conversaciones importantes y se permite que las frustraciones se acumulen.
Los efectos insidiosos de una “fachada de armonía”
Fingir que todo está bien no soluciona nada. Al contrario, puede ampliar la brecha entre lo que demuestras y lo que sientes. Esta disonancia genera estrés, agotamiento emocional y, a veces, una sensación de aislamiento, incluso dentro de una relación.
A la larga, el fanfarroneo puede erosionar la confianza y fomentar el distanciamiento emocional. Los problemas no expresados se acumulan, la tensión física crece y las emociones se reprimen. Sin embargo, una relación sana no es una relación sin conflictos; es una que puede sortearlos juntos, con respeto y escucha activa. Tus emociones, necesidades y límites son legítimos. Merecen espacio, no que los ocultes.
Cómo salir del oropel sin arruinarlo todo
El primer paso es ser amable contigo mismo y con tu relación. Reconocer que no todo es perfecto no disminuye tu valor ni el de tu relación. De hecho, suele ser señal de madurez emocional.
Los profesionales recomiendan elegir un momento tranquilo, a menudo después de las fiestas, para iniciar un diálogo. No para acusar, sino para compartir: qué te agobia, qué te falta, qué podría cambiar. Expresar tus sentimientos con sinceridad fortalece la intimidad emocional y te permite reconectar, cuerpo y corazón, en un espacio más auténtico.
En definitiva, no se trata de renunciar a la alegría ni a la unión, sino de aceptar que una pareja viva es una pareja real, imperfecta y en constante evolución. Y es precisamente esta autenticidad la que hace que una relación sea profundamente hermosa, sólida y enriquecedora.
